La importancia de un docente planificador: algunos beneficios

para el estudiantado

 

Marcia Alfonzo[1]

marcia.alfonzo@gmail.com

 

Unidad Educativa Colegio “C.E.P.A.”

Venezuela

 

 

Recibido: Julio, 2017

Aceptado: Diciembre, 2017

 

 

RESUMEN

 

El presente ensayo expresa la importancia que tiene el docente planificador en la formación de los estudiantes, cuya tarea intelectual, desde una adecuada planificación, ayuda a enfrentar los constates desafíos hallados en el aula, además de los propuestos por las transformaciones educativas. Es el docente quien mediante su planificación crea clases interesantes, con la finalidad de procurar estudiantes críticos, reflexivos, poseedores de conocimientos, capaces de pensar, cuestionarse y criticar la realidad donde se desenvuelven. En este sentido, el docente representa un bastión en los procesos educativos, siendo su práctica el reflejo de una labor que direcciona la calidad de la educación en niños, niñas y jóvenes, al mismo tiempo de mejorar la efectividad de los cambios generados en el Sistema Educativo. Las conclusiones alcanzadas señalan que tanto el docente como su planificación gozan de notable valor para asegurar la capacitación de estudiantes como futuros ciudadanos de un país.

 

Palabras clave: Docente, clases interesantes, estudiantes, planificación.

The importance of planning for teachers: some benefits for the students

 

Marcia Alfonzo

marcia.alfonzo@gmail.com

 

Unidad Educativa Colegio “C.E.P.A.”

Venezuela

 

 

Received: July, 2017

Accepted: December, 2017

 

 

ABSTRACT

 

This essay expresses the importance of planning for teachers in the training of students, whose intellectual task, from a proper planning, helps to face the constant challenges found in the classroom, in addition to those proposed by the educational transformations. The teacher through his or her planning creates interesting classes, with the aim of seeking critical, reflective students, owners of knowledge, capable of thinking, questioning and criticizing the reality where they develop. In this subject, the teacher represents a key element in the educational process, being its practice the reflection of a work that directs the quality of education in children and young people, at the same time to improve the effectiveness of the changes generated in the Education System. The reached conclusions indicate that both the teacher and his/her planning enjoy considerable value to ensure the training of students as future citizens of a country.

 

Keywords: Teacher, interesting classes, students, planning.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A importância de um Docente planificador: alguns benefícios para o estudiantado

 

Marcia Alfonzo

marcia.alfonzo@gmail.com

 

 

 

 

RESUMO

 

O presente ensaio expressa a importância que tem o docente planificador na formação dos estudantes, cuja tarefa intelectual, desde um adequado planejamento, ajuda a enfrentar constate-os desafios achados no sala, além dos propostos pelas transformações educativas. É o docente quem mediante seu planejamento cria classes interessantes, com a finalidade de tentar estudantes críticos, reflexivos, poseedores de conhecimentos, capazes de pensar, questionar-se e criticar a realidade onde se desenvuelven. Neste sentido, o docente joga um papel fundamental nos processos educativos, sendo sua prática o reflexo de um labor que direciona a qualidade da educação em meninos, meninas e jovens, ao mesmo tempo de melhorar a efetividade das mudanças geradas no Sistema Educativo. As conclusões atingidas assinalam que tanto o docente como seu planejamento gozam de notável valor para assegurar a capacitação de estudantes como futuros cidadãos de um país.

 

Palavras-chave: Docente, classes interessantes, estudantes, planejamento.

 

           

 

 

 

 

 

 

 

En los resultados de las reformas y contrarreformas acaecidas en el sistema educativo de América Latina durante las últimas décadas, siempre se ha resaltado la figura docente como un elemento indefectible para el éxito de cualquier cambio que conduzca a la formación de estudiantes críticos, conscientes que forman parte de una sociedad pluralista y libre.

            Al respecto, Robalino (2005) sostiene lo siguiente:

Una y otra vez el factor docente es citado como uno de los más importantes para que los cambios se concreten y expresen en mejores aprendizajes de niñas, niños y jóvenes, mejor gestión de las escuelas y mayor efectividad de los sistemas educativos. (p. 8)

            Asimismo, Ugalde (2012) enfatiza “la clave de una buena educación es el educador que está vocacionalmente preparado, con iniciativas y creatividad, bien remunerado y consciente de su valía social” (p. 21). Porque el docente encarna la viabilidad y efectividad de un cambio educativo orientado a sistematizar cualquier experiencia dentro del ámbito curricular desde su aula de clases. Es insuperable la notabilidad de su posición ejercida dentro del contexto escolar, a causa de que las transformaciones en el Sistema de la Educación pueden verse frustrada de no tener su aceptación.  

            Un docente motivado desde su aula puede desarrollar clases interesantes que promuevan la formación de ciudadanía. Sobre todo, en los tiempos actuales cuando se constata una creciente ausencia del sentido de cohesión social, la cual se expresa en intolerancia, violencia, inseguridad y desigualdades. Hernández (2013), caracteriza la situación actual  como “un estado de anomia que se instaló en el país, generando el individualismo exacerbado, el caos y la disfuncionalidad que define hoy a esta sociedad” (p. 8).  

            En este sentido, Spiegel (2006) sustenta que una clase interesante, es aquella donde el docente hace uso de todos los recursos didácticos disponibles, abriendo un abanico de posibilidades adaptadas a las exigencias de los estudiantes y conformes a su entorno, ya que la misma no puede estar desvinculada de la realidad social, económica, política y cultural del país.

            Desde este punto de vista, el docente es el protagonista para materializar cambios en el sistema de la educación, porque mediante su planificación convierte el conocimiento en algo interesante, a través del uso de métodos acordes con los requerimientos de sus grupos de trabajo. Para Bárcena (1997) la formación de ciudadanía se cristaliza en contenidos e instancias educativas particulares y es impartida a partir de diferentes agentes socializadores, entre los cuales se encuentra la escuela. Asimismo, Castillo y Osorio (1997), afirman en torno a la formación de ciudadanía que se trata de una educación volcada al objetivo global de formar ciudadanos autónomos y críticos.

            De acuerdo con estos planteamientos, la obra de Giroux critica el sistema tradicional, fundamentando “la tarea de denunciar aquellas prácticas ideológicas y sociales que en las escuelas suelen ser un obstáculo para que todos los estudiantes se preparen para asumir un rol activo, crítico y emprendedor como ciudadanos” (Giroux, 1997, p. 12).

            Seguidamente, admite que son los profesores los llamados para promover el cambio en las instituciones educativas. Por tanto, los docentes como intelectuales transformativos deben trabajar y promover una esfera de lucha contra la hegemonía. A partir de la perspectiva expuesta, deben “hacer que el conocimiento del aula sea relevante para la vida de los estudiantes, de manera que estos tengan voz y voto” (Giroux, ob. cit., p. 19).

            El docente transformativo, de esta forma, debe asumir que cualquiera que sea educado críticamente, se dará cuenta que todo acto de lucha por la democracia es un riesgo. La educación crítica precisa que los docentes con los estudiantes estén siempre dispuestos a luchar por la justicia y los principios democráticos. Por lo que es necesario, entonces, considerar el conocimiento como algo que se construye y no sujeto a un currículo prescrito.  

            A tal efecto, requerimos de un docente cruzador de fronteras, lo cual significa capaz de abandonar su zona de confort para encontrar nuevos caminos, en otras palabras, estrategias que accedan atravesar límites y comprometerse con una tarea transformadora: formar para el compromiso social estudiantes responsables de su palabra, reflexión, acción y conscientes de los significados subyacentes en la realidad (Giroux, 1996).

            Cabe destacar que los docentes, los muy conocidos maestros o profesores, son quienes cumplen la noble misión de educar, en otras palabras, de enseñar y aprender a pensar de manera crítica a niños, niñas y jóvenes para navegar por el globalizado mundo actual. El insigne Simón Rodríguez (1769-1854), citado por Jáuregui (2003), expresa que la acepción original de la palabra maestro es “señor o dueño”, de allí fue derivando hasta sustituir “hábil o experto”. Luego, se le impuso al que, poseedor de un arte o una ciencia, era por ende considerado capaz de enseñar. Finalmente, maestro o docente, el otro título dado a quienes imparten conocimiento, inducen a aprender, y no tan sólo transmitir o dictar pautas repetitivas para el logro del saber.

            Entre las diversas concepciones mencionadas del educador, una de las más difundidas, contemporáneas y básicas, sostiene que el docente es un individuo con una formación específica que lo comisiona a ser encargado de enseñar (Jáuregui, 2003). En este punto es oportuno decir que, no todo el que conoce un arte, oficio o ciencia, está capacitado para impartir los conocimientos que posee de modo didáctico, pedagógico y efectivo.

            Ahora bien, el papel que desempeña el docente no es tan sencillo como el de enseñar nada más, ni tan abstracto como el de inspirar ganas de aprender. El quehacer de un educador incluye por fuerza una interacción con otros individuos, los estudiantes, por lo cual debe desarrollar capacidades de interacción interpersonal. Como no se puede concebir el hecho educativo sin incluir el elemento receptor, que es el discípulo, dichas capacidades son básicas para el proceso pedagógico del cual el docente es partícipe. Esto hace que la práctica pedagógica docente “deba direccionarse hacia lo que realmente el educando requiere, de acuerdo con su desarrollo intelectual y social” (Alfonzo, 2016, p. 133).

            Es así como se hace necesario enfatizar que la formación docente no sólo contempla la adquisición de un saber, sino también la metodología, los instrumentos y el enfoque a ser dado durante el proceso de enseñanza y aprendizaje. Asimismo, el docente adquiere mediante el ejercicio de sus funciones una serie de experiencias traducidas en herramientas y habilidades, develando una práctica pedagógica que deja ver su realidad como una acción dinámica y compleja, la cual debe responder a las necesidades educativas que demanda la sociedad actual. Por lo tanto, su prioridad es estar en conexión con las carencias e intereses de los estudiantes, el entorno, así como los avances científicos y tecnológicos, además de las políticas educativas (Alfonzo, 2016).

            Las tendencias actuales en educación, a juicio de la autora del ensayo, están direccionadas a buscar la excelencia educativa, otorgándoles una significativa importancia al desempeño de los docentes activos, capaces de implementar en sus clases nuevas ideas, las cuales, se presume, son las herramientas imprescindibles para el buen desarrollo de una planificación y la capacitación de los estudiantes como futuros ciudadanos. En este orden de ideas, los docentes están comprometidos a incrementar la calidad educativa a través de su trabajo, es decir, ser modelos para transformar los centros de estudios en espacios de legítimos aprendizajes.

            Sobre el particular, el Ministerio del Poder Popular para la Educación (2015), en la Consulta Nacional por la Calidad Educativa, devela el notable valor de los docentes, quienes son los llamados a instaurar las novedades significativas en su quehacer pedagógico. Frente a esta realidad, se debe reflexionar y darle sentido a la reflexión que se realiza en perspectivas de un cambio educativo y social y, a partir de esta visión, combatir el supuesto predominante que impone la educación tradicional.

            De ahí, Giroux, 1996 evalúa a los docentes como los intelectuales transformadores, vitales para el progreso de una sociedad libre. De manera que:

Al contemplar a los profesores como intelectuales, podemos aclarar la importante idea de que toda actividad humana implica alguna forma de pensamiento. Ninguna actividad, por rutinaria que haya llegado a ser, puede prescindir del funcionamiento de la mente hasta una cierta medida. Este es un problema crucial, porque, al sostener que el uso de la mente es un componente general de toda actividad humana, exaltamos la capacidad humana de integrar pensamiento y práctica, y al hacer esto ponemos de relieve el núcleo de lo que significa contemplar a los profesores como profesionales reflexivos de la enseñanza. Dentro de este discurso, puede verse a los profesores como algo más que «ejecutores profesionalmente equipados para hacer realidad efectiva cualquiera de las metas que se les señale. Más bien [deberían] contemplarse como hombres y mujeres libres con una especial dedicación a los valores de la inteligencia y al encarecimiento de la capacidad crítica de los jóvenes». (p. 176)

            Razón por la cual los docentes tienen el poder para darle a los estudiantes las herramientas necesarias para desarrollar una comprensión crítica de sí mismos y de lo que significa vivir en una sociedad democrática. Pero, para ello, amerita que los educadores desarrollen un lenguaje autocritico, crítico y reflexivo que les permita comprender el nexo entre instrucción escolar, relaciones sociales y las necesidades que los estudiantes llevan a la escuela. En congruencia, la obra de Paulo Freire revela una Educación Liberadora, expresada en una pedagogía donde el oprimido mediante la reflexión profunda es capaz de descubrirse como sujeto histórico, logrando una conciencia crítica que lo hace transformar el entorno injusto que lo rodea, es decir, “la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a sí mismos y liberar a los opresores”. (Freire, 2008, p. 41)

            Es indudable que, de implementarse el pensamiento crítico en las aulas de clases, los docentes mejorarían su enseñanza y, en consecuencia, contribuirían de manera directa en los aprendizajes que cada estudiante persigue. Se estaría apostando a la formación integral de sujetos, capaces de lograr su transformación desde la reflexión y acción. (Alfonzo, 2016)

            En consecuencia, resulta claro que la responsabilidad del docente en la formación de los estudiantes está enlazada con el desarrollo del país, ya que sus clases son fundamentales para enseñar y consolidar los aprendizajes a partir de una pedagogía crítica. En otras palabras, educar para la transformación de la nación, pretendiendo:

El derecho a una educación de calidad en este país, fracturado política y socialmente (…) incluyendo a los pobres como sujetos activos del proceso de transformación del país. Para ello la educación de calidad debe transformar radicalmente la pobre escuela de los pobres. (Ugalde, 2012, p.16)

            Es así como se hace imperativo renovar paradigmas dentro del contexto escolar, no sólo en la concepción docente, sino también de manera que se incluya la relevancia de su planificación, porque todo radica en la capacidad de organizar de manera coherente lo que se quiere lograr, en ese “complejo proceso capaz de ceder a las nuevas generaciones habilidades, conocimientos, técnicas y valores vigentes en la sociedad” (Alfonzo, 2016, p. 29), en otras palabras, formar ciudadanos conscientes de que “forman parte de un proceso de cambios significativos enfocados desde la democracia, la tecnocracia, la integración y la globalización, del cual pueden y deben ser protagonistas”. (Alfonzo, 2016, p. 28)

            El Ministerio del Poder Popular para la Educación (2015), destaca una propuesta de perfil para los estudiantes, los cuales deben tener:

Conocimientos y saberes integrales que contribuyan al desarrollo pleno de las potencialidades individuales y sociales, a través de la participación activa y consciente… comprometidos con el cambio social… Investigadores críticos, reflexivos, creativos, participativos y protagónicos ante los problemas y las realidades del entorno… Personas… con conocimiento de los métodos de prevención y planificación familiar, críticas de estereotipos sexistas, conocedoras y activas ante las situaciones de violencia de género y, también, capaces de deconstruir sus propios prejuicios, tabúes y mitos asociados con la sexualidad y salud sexual y reproductiva. (p. 32)

            En sintonía con lo referenciado, se procura capacitar estudiantes reflexivos para dejar a un lado lo superficial y reemplazarlo por conocimientos que tengan algo de sentido, que hagan pensar, cuestionarse y criticar la realidad en la cual se desenvuelven para su propio beneficio. En otras palabras, a juicio de Barone (2005-2006), un aprendizaje significativo donde la materia sea percibida por el estudiante como importante para sus propósitos. Siendo el docente la garantía de una acción transformadora, la cual se puede lograr a partir de una productiva labor en su aula de clases.

            Pero, para impulsar esta acción transformadora, el educador necesita organizarse, crear esquemas de información, establecer las herramientas a ser utilizadas. Por lo que la planificación es entonces la brújula orientadora del quehacer pedagógico. Barone (2005-2006), la define como:

Un espacio privilegiado para la valoración y transformación de la propia enseñanza. A partir de ella, es factible reflexionar sobre lo que queremos y podemos hacer en el aula, según las condiciones en las que desarrollamos nuestra tarea. También permite recapacitar sobre lo que quisimos y no pudimos o supimos hacer en el aula. (p. 706)

            Partiendo de los supuestos anteriores, mejorar e innovar en espacios privilegiados para la enseñanza, de modo consciente y con un objetivo bien definido, habilita la posibilidad que se logren procesos educativos eficientes, cuyos perfiles perseguidos apunten a la formación de un ser con actitud crítica en la capacidad creadora de saberes y un alto sentido de pertenencia con su contexto, capaces de crear espacios de discusión para plantear posibilidades y limitaciones que ayuden a encontrar soluciones en víspera de una transformación social.

            Sin duda, a través de la planificación se determinan metas, y se establecen los requisitos para alcanzarlas del modo más eficiente y eficaz posible. Durante ese proceso, se racionaliza acerca de la acción dentro de una pauta temporal, en función del logro de los fines que se consideran valiosos. De acuerdo a esto, cuando un docente construye una planificación debe reflexionar y tomar decisiones en correspondencia a los elementos que, a su juicio,  lo lleven a organizar un plan perspicaz acorde a las necesidades de los estudiantes.

            Toro (2012) señala para una planificación educativa los siguientes elementos:

 

¾    Objetivos- lo que se pretende que los alumnos alcancen.

¾    Contenidos- qué deberán aprender para alcanzar los objetivos propuestos.

¾    Actividades- qué consideramos que los alumnos deben realizar para aprender los contenidos que les permitirán alcanzar los objetivos propuestos.

¾    Estrategias- lo que los docentes ponen en práctica para que los alumnos realicen las actividades que les permitirán aprender los contenidos para alcanzar los objetivos propuestos (pp. 3-4).

 

            Adicionalmente, Úngaro, Alfonso, y Carrera (2005) agregan tres elementos más, los cuales son:

-Recursos didácticos. Sustentados como el medio que sirve de apoyo y soporte al docente para proporcionarle al estudiante la información requerida.

-Evaluación. Constituye una fuente generadora de reseñas, útiles para ser analizadas, comprendidas y poder mejorar el quehacer pedagógico.

-Bibliografía. Son el conjunto de textos que le dan soporte teórico a la planificación docente.

            En este sentido, diseñar y ejecutar apropiadamente los elementos previamente descritos de una planificación, es fundamental para conquistar los propósitos trazados, reduciendo el grado de incertidumbre e imprimiéndole a la tarea pedagógica mayores oportunidades de resultados positivos. Sin olvidar que es el docente, quien los define y pule, mostrando su creatividad al momento de seleccionar, organizar y aplicar las actividades de aprendizaje, con el objeto de que el estudiante desarrolle actitudes sobre lo que aprende desde la acción y reflexión.

            Es pertinente señalar que esa actividad inherente al quehacer del educador:

No debe pensarse (…) como una instancia tediosa (…) o como un camino ineludible, como un programa rígido que no podrá modificarse sobre la marcha. Independientemente de la modalidad que se adopte, es necesario verla como una instancia creativa e innovadora de la actividad pedagógica, que contribuye a mejorar la calidad de nuestras intervenciones en el aula. (Barone, 2005-2006, p. 705) 

            Bajo esta perspectiva, una planificación favorable permite el logro de objetivos propuestos. Involucra el qué, para qué y el cómo hacer que una jornada escolar contribuya a la construcción de conocimientos, muy válidos para capacitar estudiantes que no se preocupen solo por llevar al pie de la letra los lineamientos establecidos en cada clase, sino que logren transcender y despertar el razonamiento así como la comprensión ante las diversas situaciones del medio que les toca vivir. 

            Por lo que el docente, a través de su planificación no se limita a copiar pautas, a guiarse por lineamientos ajenos, absurdos, incoherentes y hasta obsoletos, sino que lleva a cabo un proceso de selección y análisis, es decir, que escoge la información y el cómo impartirla. Muy destacado por Spiegel (2006) como el docente protagonista que disfruta su tarea, así como reconoce y aprovecha al máximo los recursos disponibles para hacer sus clases más interesantes; por lo demás, un docente que no se conforma con repetir y hacer repetir conceptos aislados e ideas inútiles.

            Es aquí donde se hace posible presenciar el resultado enérgico de una eficiente dualidad, la sumatoria de dos elementos clave: el buen docente, aquel que reúne las condiciones necesarias, y una consecuencia directa del mismo: una buena planificación. De acuerdo a lo dicho, el único resultado que puede obtenerse entonces es un éxito casi asegurado en el proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que el docente planificador pensó “inteligentemente en las consecuencias de lo que se hará, antes de hacerlo efectivo” (Alfaro, 2004, p. 130). Porque un docente motivado, que lleva a cabo una planificación acorde al grado, grupo, momento histórico, tema, entorno, hará de su participación y la del programa que construya una parte garante dentro del proceso educativo.

            Siendo las cosas así, está ya establecido el papel que juega el docente en la formación de los estudiantes, no sólo como ente individual, sino como creador y ejecutor de un plan de enseñanza. Las características que definan a este educador serán decisivas para que lleve a cabo satisfactoriamente su planificación; de igual modo, la actitud con la que enfrente el reto de ser el encargado de transmitir esos conocimientos, su respuesta ante el entorno que lo rodee y el grado de compromiso que presente ante la labor asignada.

            Finalmente, se puede argumentar que tanto el docente como la planificación ocupan un lugar preponderante dentro de la práctica pedagógica, y que esa misma importancia le otorga un grado considerable de complejidad, porque

A partir del momento en que el docente comienza a planificar, tanto en la dimensión de proceso mental como en la dimensión referida a la explicitación gráfica, se pone de manifiesto la utilidad de la planificación como herramienta para la toma de decisiones. (Toro, 2012, p. 2)

            Asimismo, puede afirmarse que, si bien la planificación es decisiva para alcanzar los distintos objetivos dentro del currículo escolar correspondiente, el papel jugado por el docente dentro de este proceso es crucial para alcanzar los logros propuestos. El educador no sólo es el líder, sino también el principal responsable de llevar a efecto o de ejecutar las decisiones tomadas en cuanto a fuentes de consulta, temas, herramientas y metodologías, para lograr los objetivos propuestos y los aprendizajes esperados en los estudiantes.

            Tomando en consideración lo argumentado, se requiere de docentes con decisión, con una nueva actitud partícipe y activa, con la habilidad de que sepan sacar ventaja de todas las posibilidades presentes en su medio de trabajo, así como también puedan fundir todos los elementos que subyacen en la práctica educativa, que redunden en el desarrollo de destrezas en los estudiantes para un asertivo desarrollo dentro de la sociedad actual.

            En consecuencia, el educador, como elemento indispensable del proceso educativo, necesita una preparación específica, así como el apoyo de los entes superiores competentes. Al encontrarse en un punto tan relevante dentro del sistema de la educación, se multiplica su responsabilidad, pero de igual modo, tiene más relevancia y respeto.

            No obstante, el papel apremiante del docente en el momento histórico y educativo del país, han aumentado también sus requerimientos, pidiendo de su labor desempeñada una efectividad cada vez mayor y tangible para lograr forjar un ciudadano bien instruido, que actúe racionalmente, consciente de sus deberes y derechos en una sociedad democrática.

            La sociedad actual reclama de sus integrantes la preocupación por su realidad, que se interesen por el desarrollo sustentable de la nación, y sobre todo, que participen activa y responsablemente en la construcción permanente del tejido social. Al respecto, Ugalde (2012.) señala que “la clave para la producción de esa sociedad es el más pleno desarrollo posible de las cualidades y capacidades de las personas y por medio de ellas el desarrollo de las instituciones sociales y políticas y de las potencialidades económicas naturales y creadas”. (p. 15).

            Por ello, se estima que la educación es el medio más idóneo para que los estudiantes se apropien de los conocimientos conceptuales, procedimentales y actitudinales necesarios para participar y ser protagonistas de las transformaciones sociales de su país, construir espacios más democráticos y populares que consoliden tanto la búsqueda como el alcance de beneficios que brinden a la mayoría una oportunidad de progreso. De allí que Ugalde (2012) afirme: “necesitamos una educación que, entre otras cosas, nos equipe para ser productores de bienes y servicios de calidad y productores de democracia con justicia y libertad”. (p. 15)

            En este sentido, los docentes representan el aval para un cambio en la educación, siempre y cuando no vean su labor como algo tedioso. Su planificación áulica posibilita los aprendizajes que se quieren lograr en sus estudiantes, así que la misma debe adecuarse a las diversas situaciones que se puedan presentar en su cotidianidad. En sus manos descansa la tarea de forjar futuros ciudadanos, emprendedores y fundamentalmente comprometidos de reaccionar ante las novedades de su entorno.

            Un educador satisfecho siempre llevará de la mejor manera su trabajo en el aula. Las clases interesantes son posibles, si en la planificación que el docente realiza se hace evidente el reemplazo del trabajo escolar monótono por actividades más acordes a las afinidades de los estudiantes. Un acercamiento a los alumnos es absolutamente beneficioso en este sentido, ya que le permitirá al educador conocer sus aficiones, gustos e inquietudes, garantizando los ingredientes necesarios para construir una planificación que permita facilitar las repuestas a las necesidades de los estudiantes.

            Por ello, un docente planificador que lleva a cabo su práctica pedagógica de acuerdo a su gama de experiencias e interacciones con sus estudiantes, está haciendo posible que los alumnos sean protagonistas de sus propias experiencias, concientizándolos acerca de que son seres importantes para su familia, la escuela, y la sociedad en general. En este sentido, desde una apropiada planificación, crítica, flexible y acorde a la realidad que se está viviendo, el docente favorece a la formación de un estudiante con actitud crítica en la capacidad creadora de saberes y un alto sentido de pertenencia con su contexto, capaces de crear espacios de discusión para plantear posibilidades y limitaciones que ayuden a encontrar soluciones en aras de una transformación social.

Referencias

Alfaro, M. (2004). Planificación del Aprendizaje y la Enseñanza. Caracas: Fedupel.

Alfonzo, M. (2016). Aportes a la Teoría Curricular desde la Pedagogía Crítica. Tesis de Doctorado no publicada, Universidad Latinoamericana y del Caribe, Caracas.

Bárcena, F. (1997). El Oficio de la Ciudadanía. Barcelona: PAIDÓS.

Barone, L. (Coord.) (2005-2006). Escuela para Maestros Enciclopedia de Pedagogía Práctica. Buenos Aires: Candiex International S.A.

Castillo, A. y Osorio. J. (1997). Construcción de Ciudadanía en América Latina: hacia una Agenda de la Educación Ciudadana. Documento. México: CEEAL.

Giroux, H. (1996). Paulo Freire y el origen del intelectual fronterizo. En: Placeres inquietantes. Aprendiendo de la cultura popular. Barcelona. Paidós Ibérica.

Giroux, H. (1997). Los Profesores como Intelectuales. Barcelona: PAIDÓS.

Freire, P. (2008). Pedagogía del Oprimido. México: Siglo Veintiuno Editores.

Jáuregui, R. (2003, Abril-Mayo-Junio). El Maestro según Simón Rodríguez. Educare. 6(21), 94-99.

Ministerio para el Poder Popular de la Educación (2015). Informe Integrado de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa. Caracas: Autor.

Robalino, M. (2005, Julio). ¿Actor o Protagonista? Dilemas y Responsabilidades Sociales de la Profesión Docente. Revista PRELAC. N° 1, 7-23.

Spiegel, A. (2006). Planificando Clases Interesantes: Itinerarios para combinar Recursos Didácticos. Buenos Aires: Novedades Educativas.

Toro, M. (2012). La Planificación: Conceptos Básicos, Principios, Componentes, Características y Desarrollo del Proceso. Caracas: Universidad Santa María.

Ugalde, L. (2012). Educación para Transformar el País. Caracas: CERPE-UCAB.

Úngaro, A., Alfonso, M., y Carrera, C. (2005). La Planificación Educativa. Ficha de circulación interna para los Docentes de la Facultad de Ciencias Veterinarias. Universidad Nacional de La Plata.



[1] Docente de Aula, Unidad Educativa Colegio “C.E.P.A.”. Profesora de Geografía e Historia, Universidad Pedagógica Experimental Libertador-Instituto Pedagógico de Caracas. Magíster en Educación, Mención Enseñanza de la Historia, Universidad Pedagógica Experimental Libertador-Instituto Pedagógico de Caracas.